La medicina del colibrí en su esencia nos enseña a mirar al norte, o por lo menos, así se dispone en las chakanas de algunos pueblos originarios de América. Esta disposición que parece al azar, no lo es, es muy significativa. Mirar al norte para encontrar nuestro camino, para entregarnos a él.
Se dice que el colibrí viaja miles de kilómetros en un viaje migracional desde norte al sur y viceversa en un aleteo sin fin, sin tomar descansos, con sus pequeñísimas alas, logra llegar a destino en un viaje épico. Entonces su medicina nos habla de la confianza, de la fe en lo desconocido, creer y creerse un ser maravilloso, infinito, con la capacidad de lograr lo que sueña y crear lo que sueña.
Además como casi todos sabemos, el colibrí también representa a nuestros ancestros, sus visitas nos anuncian esos seres que ya no están pero que han forjado una parte del camino para nosotros y que están ahí en la presencia de esta hermosa ave para recordarnos que nos acompañan, que toda la fuerza del linaje está con nosotros y que solo debemos batir nuestras alas y lanzarnos a lo desconocido, entregarnos al plan mayor y que solo así: con fe y confianza, viviendo desde el corazón, con el amor infinito y universal, es posible.
Con la entrega plena en el proceso, con creer en los desconocido, con desarrollar la fuerza interior el colibrí nos muestra que en el pecho tenemos un latido que nos guía: el corazón que nos une con el todo, que abriéndonos a la vida en confianza vamos camino a la fuente de luz, amor y armonía.
Con amor y corazón de Colibrí, Ale Naranjo
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