«La muerte es sólo un paso más hacia la forma de vida en otra frecuencia» y «El instante de la muerte es una experiencia única, bella, liberadora, que se vive sin temor y sin angustia». Elizabeth Kluber Ross.
Introducción:
La instancia del final del viaje en esta vida, cuando llega el momento de abandonar el vehículo que nos transportó (el cuerpo físico), es un momento umbral en la experiencia humana. Sin embargo, el tabú y lo no dicho alrededor del concepto sobre la muerte acuñado por la humanidad según las creencias y culturas, según la ciencia misma, según el sentir colectivo sobre todo en occidente, generan que el pasar este umbral sea vivido en la mente humana, con miedo y desesperación hasta el momento mismo donde según algunos expertos logramos el conocimiento, la percepción y la comprensión adecuada y nos dejamos ir.
La doctora Elizabeth Kluber Ross dice al respecto: “Se trata de un acontecimiento puramente humano, de la misma manera que lo es el proceso natural de un nacimiento. La experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento. Es un nacimiento a otra existencia que puede ser probada de manera muy sencilla. La muerte no es más que un pasaje hacia otra forma de vida. Se han abandonado las formas físicas terrenales porque ya no se las necesita, y antes de dejar nuestro cuerpo para tomar la forma que se tendrá en la eternidad, se pasa por una fase de transición totalmente marcada por factores culturales terrestres.” Además afirma, que “morir no debe significar nunca padecer dolor. En la actualidad la medicina cuenta con medios adecuados para impedir el sufrimiento de los enfermos moribundos. Si ellos no sufren, si están instalados cómodamente, si son cuidados con cariño y si se tiene el coraje de llevarlos a sus casas -a todos, en la medida de lo posible-, entonces nadie protestará frente a la muerte.”(1)
Ahora bien, ¿cómo surge este acompañamiento humanizado, comprensivo, amoroso y como dice ella misma con cariño y coraje? Es sabido que la mayoría de nosotros tendremos un momento previo a la muerte en algún centro asistencial, ya sea por una enfermedad, porque nuestros familiares no están preparados para soportar con alegría este pasaje o porque simplemente es la forma que conocemos de morir. Algunos otros encontrarán ese pasaje durante las horas de sueño y algunos de una forma súbita. Entonces pienso, ¿y si desconstruimos las ideas de miedo alrededor de la muerte mucho antes, y si preparamos a familiares y sobre todo al equipo de salud para que no se “ensañe” con el paciente, entienda el momento y sea consciente, y que además, ayude al enfermo o moribundo a cruzar hacia el otro lado de la existencia con amor y consciencia?
Desarrollo:
Según la definición de la Organización Mundial de la Salud, el tratamiento paliativo es un modelo asistencial que mejora la calidad de vida de los pacientes y de sus familias que se enfrenta a los problemas asociados con enfermedades amenazantes para la vida, a través de la prevención y el alivio del sufrimiento por medio de la identificación temprana y correcta evaluación, el tratamiento del dolor y otros problemas, físicos, psicosociales y espirituales. Cuando una persona se enfrenta a una enfermedad incurable, progresiva, amenazante para la vida y los tratamientos ofrecen resultados limitados generando una carga excesiva de disconfort, los cuidados paliativos buscan aliviar el sufrimiento y disminuir el impacto negativo de la enfermedad y los tratamientos agresivos. (2)
En la práctica diaria del cuidado paliativo se suele dar más atención al disconfort y alivio del sufrimiento físico, sin embargo los aspectos culturales, familiares y espirituales de los pacientes en el umbral de la muerte pueden ser un eslabón igualmente importante en el alivio del sufrimiento. Atender con coraje y amor el proceso con gestos humanos y casi maternales como sostener una mano, acariciar con certeza y disponerse a la vigilia con palabras de aliento que calmen es el camino que se propone desde otra perspectiva donde se da asiento a tres ejes espirituales: «Entonces pues, fe, esperanza y amor, pero lo más grande de los tres es el amor.» (1)
Hemos aprendido muchísimo sobre el cuidado general y a sostener los signos vitales, la tecnología ha acompañado el incremento de la expectativa de vida, pero ¿qué sucede cuando “ya no hay más que hacer”, es realmente así? o ¿podemos adoptar una forma compasiva no solo dejando de hacer, sino también guiando el pasaje hacia otra forma de vida libre de sufrimiento? Ya dijo la Dra Kluber Ross según su experiencia acompañando a miles de moribundos: El saber es útil, sin duda, pero el conocimiento solo no ayudará a nadie. Si no utilizais, además de la cabeza, vuestro corazón y vuestra alma, no ayudaréis a nadie.(1) Tanto cambiaría si nos dispusieramos a enseñarnos desde el corazón, a corazonar la práctica médica.(3)
Por otro lado, podemos diferenciar en occidente dos momentos en la vivencia de la muerte; uno previo a su institucionalización hospitalaria, en el que es aceptada como parte natural de la existencia y otro, desde que el hospital pasa a ser la institución reservada para morir. Nuestra civilización occidental, culturalmente urbana, durante años ha tratado de disimular los signos externos de la muerte, donde el proceso de morir adquiere vínculos especiales si se produce en centros hospitalarios, debido a la repercusión del personal sanitario con las familias y el propio enfermo, siempre actuando de acuerdo a diversas connotaciones institucionales.(2) Como personal de salud, una enfermera, un médico, conviven más frecuentemente con ella, pero no siempre constituye para ellos un evento que los marque positivamente. Al contrario, es común encontrar perspectivas variadas y esquivas, con poco contenido. El término muerte generalmente se asocia a ideas poco agradables, nada atrayentes, unidas a una sensación de desolación y tristeza, por el final de un ser querido.(4) Entonces, si los últimos momentos de la mayoría serán vividos en la institución, es imprescindible que invirtamos nuestro tiempo como profesionales en aprender sobre esta instancia de la vida, a protegerla con amor y apreciar el acompañamiento en solidaridad con las familias, amigos y cuidadores que están despidiendo a un ser amado. Pero sobre todo, es importante que revisemos los sentimientos, las sensaciones y las ideas que tenemos alrededor de la muerte primeramente como humanos, luego como profesionales. Posterior a ese trabajo de introspección individual, trabajar en conjunto con los equipos de salud, con los familiares y amigos de los moribundos de manera de acompañarnos todos en el proceso, porque todos tenemos incertidumbres al respecto. Así surge que algunos textos especializados concluyen que cuando familia y enfermo, además de los profesionales, trabajan conjuntamente el proceso de morir, el miedo, la desesperanza y la tristeza por la pérdida, dan paso a la seguridad, tranquilidad, satisfacción, incluso alegría, por la liberación que supone cuidar el enfermo hasta el último minuto según su voluntad, hasta morir en paz y con dignidad, sea cual sea el lugar del óbito.(2)
Estamos de acuerdo en que la atención al enfermo en situación terminal debe abarcar todos los aspectos vitales del paciente. De este modo (al considerar también los aspectos espirituales del individuo), se valora a la persona en toda su extensión y se le ayuda a afrontar con profundidad una muerte verdaderamente digna. Ahora bien, hay que entender que la ayuda espiritual no es obligación exclusiva del sacerdote, sino que corresponde, en diversa medida, a todo el personal sanitario, pues todos deberían tener en cuenta las necesidades espirituales de los enfermos.(5) Todas las personas tienen «necesidad de comunicación, de relación, de amor»; esto implica saber escuchar, tener la disposición real de estar ahí con y para el paciente en el momento oportuno.(4)
Conclusión:
En un intento de corazonar, de volver a lo verdadero, a lo real de la existencia les dejo como conclusión, no las razones sino los sentires de una medica cardiologa y poeta sobre la muerte de seres amados y de su propia muerte cuando sea el momento. Porque es necesario hacer un pacto con la vida como dice Patricio Guerrero Arias (3), para ser profesionales de la salud con el corazón abierto sin miedo a morir, sin miedo a la muerte de los otros, sin miedo a acompañar y sobre todo sin miedo a amar a nuestros moribundos.
Dos poemas:
En la orilla
ahora que ya cabalgué todas las imágenes,
que ya planché las marcas
meciéndome en esta barca
dejándome secar al sol…
encontré a mi alma abrigándose en la orilla
quedándose entre los juncos.
Esperamos para zarpar
(dedicado a mi Tío Pichón)
Humus de Gaia
Tragaré un poco de poesía
para que salgan alas amarillas.
Una dosis máxima,
nada
de medias vidas.
Voy a inhalar las líneas
de algunos versos
que hablen de
amor
pasiones
y vida
Que de éste suicidio
crezcan rosas chinas,
afloren nardos en mi torso
y de mis cabellos
broten helechos.
Me quedaré
con los brazos abiertos
para que se enreden las madreselvas
con los troncos del jazmín del cielo
enraizándose en mis piernas.
Este jardín de perfumadas tripas
dará refugio a los pájaros
y sombra a los sapos
mientras duermo
en el barro
de todos mis abrazos.
Alejandra Naranjo (6)
Bibliografía:
Elizabeth Kluber Ross . La muerte: un amanecer
Llaurado Sanz, Gemma. Cuidados paliativos, la perspectiva de la muerte como parte del proceso de vida. Ene. [online]. 2014, vol.8, n.1 [citado 2022-02-02]. Disponible en: <http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1988-348X2014000100006&lng=es&nrm=iso>. ISSN 1988-348X. https://dx.doi.org/10.4321/S1988-348X2014000100006.
Patricio Guerrero Arias LA CHAKANA DEL CORAZONAR Desde las espiritualidades y las sabidurías insurgentes de Abya Yala. Universidad Politécnica Salesiana. Tesis de doctorado.
Pichardo GLM, Diner K. La experiencia de la muerte y los cuidados paliativos. An Med 161-166
Alicia Zamora Calvo. EL ENFERMO TERMINAL Y LA MUERTE. Revista Bioética y Ciencias de la Salud, Vol 5 No2. Sección: opinión
Haciendo. Muestra de poesía tucumana inédita. Por Gabriel Gómez Saavedra. En la Orilla y Humus de Gaia, Autora: Alejandra Naranjo http://lapapa.online/haciendo/
Aurelio Fernandez, «Yo no moriré», la vida después de la muerte. Editorial Palabra. Madrid, 2015. 413 pp.
Bardo, Thodol. El libro tibetano de los muertos. Ediciones Lea, Español. ISBN: 9789877185768. Argentina.
Con amor y corazón, Ale Naranjo
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